La lámpara de papel, las emociones y los sentimientos.
En el lenguaje popular las palabras emoción y sentimiento son sinónimos y, sin embargo, esto no es cierto, su significado es bastante diferente.
Las emociones, que etimológicamente significan “movimiento hacia fuera” y provocan unas determinadas acciones, tienen unas características específicas pues, entre otras cosas, son preconscientes, objetivas, reactivas, de corta duración y no se pueden controlar.
Quizá sorprenda leer en el párrafo anterior que las emociones no pueden evitarse y que son de corta duración, pues sí, así es, lo que ocurre es que al mezclar los conceptos emoción y sentimiento es cuando creamos la confusión, al hablar con los demás y lo que es peor con nosotros mismos, en nuestro diálogo interior.
Pondré un ejemplo muy socorrido: “Vamos paseando por el bosque y está anocheciendo, de pronto por el rabillo del ojo vemos algo que parece una serpiente y antes de que nos demos cuenta (preconsciente) hemos dado un salto para apartarnos de ese peligro (objetiva, reactiva y no se puede controlar).”
Lo que ha ocurrido es lo siguiente, la información visual ha llegado a una zona de nuestro cerebro llamada tálamo, este (que funciona como un repartidor de información) ha enviado una orden a la amígdala cerebral, la cual ha puesto en marcha los mecanismos necesarios para que las glándulas suprarrenales comiencen a segregar adrenalina que es la hormona que nos prepara para el ataque o la huida y es la que ha provocado nuestro rapidísimo salto. A su vez también ha enviado esa información a la zona occipital de nuestra corteza cerebral que es la única capaz de discernir si es o no una serpiente, pero que funciona de forma mucho más lenta que la amígdala.
Al final, después de nuestro salto, hemos constatado que no era una serpiente, era una simple rama, y aquí ha acabado la emoción, esta es la duración de las emociones, el resto es otra cosa, lo que queda son los sentimientos.
El cerebro valora mucho las emociones ya que nos permiten sobrevivir. Sin emociones, nadie sobreviviría, es más, la raza humana ya no estaría aquí.
Las emociones son imprescindibles para grabar recuerdos. El cerebro se dice: “Esto es importante para mi supervivencia, tengo que recordarlo bien, si vuelve a pasar algo parecido debo saber qué hacer.”
Después del salto, cuando el cerebro se hace consciente del efecto de la emoción en el cuerpo es cuando tenemos un sentimiento, por eso tras esa emoción alguien puede quedarse tan tranquilo mientras que otra persona puede quedarse aterrada.
Emoción más el pensamiento es igual a sentimiento.
Los sentimientos son el resultado de las emociones.
La emoción es igual para todos, los sentimientos no.
Las emociones son de corta duración, los sentimientos no.
El sentimiento es la experiencia íntima y mental de una emoción. Es un estado de ánimo, por lo general de larga duración, que se presenta en las personas como producto de las emociones.
Por ejemplo, multitud de niños y niñas en algún momento de su infancia se quedan encerrados en algún cuarto, a menudo el cuarto de baño de casa; después de abrirles hay quien continúa tranquilamente con su vida y sus juegos mientras que otros y otras quedan traumatizados para toda la vida y comienzan sus fobias a espacios cerrados, teniendo problemas para entrar en el ascensor, ir en autobús, el metro, etc.
Esa diferenciación tan importante viene provocada por nuestros propios pensamientos que son los que generan el sentimiento correspondiente.
Y aquí entra el símil de “la lámpara de papel”.
Supongamos que tenemos una bombilla, y se produce un suceso (disparador) que es el que provoca la emoción, en nuestro ejemplo sería el interruptor, el cual da paso a la corriente eléctrica.
Esa corriente eléctrica hace que el filamento se ponga incandescente y genere luz, eso es la emoción.
El cristal de la bombilla sería nuestros sentimientos.
Pero ¿qué pasaría si pudiéramos cambiar, a nuestro antojo, el color del cristal de la bombilla? pues que, aun con el mismo disparador y, por tanto, la misma emoción, la bombilla emitiría distintos colores según el color del cristal.
Y si esta bombilla estuviera dentro de una lámpara de papel (la cual representa nuestro estado de ánimo) conseguiríamos que esa lampara de papel tuviera distintos colores aun con la misma corriente eléctrica (emoción).
Todos tenemos emociones y hemos de aprender a gestionarlas, sólo de esta forma seremos capaces de tener los sentimientos adecuados y no seremos como una loca veleta en una tormenta, moviéndose al ritmo frenético de nuestras emociones.
No nos dejemos llevar por las emociones, apliquémosle a cada emoción el color de cristal (sentimiento) adecuado.
¿Cómo?
Pues aquí tienes unas pautas básicas para comenzar a gestionar las emociones.
- Escribe en un diario las emociones que te asalten.
- Identifícalas o por lo menos catalógalas a que emoción básica se parecen (ira, miedo, alegría y tristeza).
- Si son alegría o tristeza pregúntate realmente ¿Qué he logrado? o ¿qué he perdido?
- Si son ira o miedo debe preguntarte ¿Qué es lo que me ataca?, si es más grande que yo siento miedo si no siento ira.
- Dado que ya conoces los disparadores y también te has hecho las preguntas clave sobre que has logrado o que es lo que te amenaza ya eres mucho más consciente de lo que te ocurre.
- Ahora debes hacer un esfuerzo e intentar alargar el periodo comprendido entre el disparador y tu respuesta.
- Con esa práctica comenzarás a prevenir acciones, desencadenadas por una emoción, de las que más adelante podrías arrepentirte.
- A partir de aquí y con entrenamiento y práctica verás que en muchas ocasiones dejarás pasar de largo esa emoción.
Si te parecen interesantes estos puntos que te acabo de comentar hazlo, no te quedes solo con el conocimiento teórico, si no lo practicas no llegarás a producir esos cambios neuronales que necesitas para llevarte mejor con tus emociones.
Gracias por tu atención.
José Ángel Traver
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